Remembranzas de la medicina Colombiana
CARTA DEL CAPITAN A SU SECRETARIO (III)
Por Israel Díaz Rodríguez
Mas temprano que tarde se corrió la bola en la fábrica, que Don Germán se había quedado después de la reunión con su secretario a solas, unos decían que era para tratar lo de la aventura de Porfirio con Liduvina, otros, que le iban a mandar para Miami a gerenciar una sucursal de la fábrica que iban a abrir allá en esa ciudad; y así cada uno comentaba lo que se le ocurría.
Don Germán en verdad le había puesto mucho cariño a su secretario, lo evidenciaba en el borrador que había escrito a manera de circular con fecha de Enero 26 de 2021, en la cual informaba a todo el personal de la fabrica que desde esa fecha en adelante, Porfirio sería nombrado gerente general con carácter de accionista de “MUEBLES EL CAPITAN”.
Ante lo acontecido, guardó la circular en la gaveta de su escritorio sin romperla- como fue su primera intención – y en lugar de hacerle llegar a su destinatario la tal circular, redactó, con profundo dolor, una extensa carta en la cual le explicaba a Porfirio todos los planes que tenía para con él adjunto a la carta, en sobre aparte, le incluyó el borrador de la circular, sin firmarla, por supuesto.
Al mismo tiempo le informaba que pasara por la oficina del jefe de personal para que le hiciera su liquidación y a la vez ordenara el pago de lo que justamente le correspondiera por su despido. Que no se tomara la molestia de ir a su oficina a despedirse, que si tenía algo que aclarar, lo hiciera a través del jefe de personal.
Añadía Don Germán a manera de Post- Data: Jovencito, espero que esta falta que usted ha cometido, “deslealtad” le sirva de lección por el resto de su vida. Está usted muy joven, tiene tiempo para medir, las consecuencias que puedan acarrearle sus ligerezas juveniles.
Cuando Porfirio confundido salió a comunicarle lo acontecido a Diluvina, se encontró que el apartamento estaba cerrado, sellado por un cartel con la siguiente leyenda: “ME HE IDO LEJOS, NO ME BUSQUES, AHÍ TE DEJO LAS PANTUFLAS DEL CAPITAN”
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REFLEXIONES DEL CAPITAN (II)
Por Israel Díaz RODRÍGUEZ
No tardó EL CAPITAN en enterarse de la traición de su empleado – como ya se dijo- de su entera confianza y hasta cariño puesto que había descubierto en el muchacho un elemento trabajador, inteligente, serio y leal; en reconocimiento a todo esto, lo había elevado a la categoría de su secretario de absoluta confianza.
El CAPITAN, enterado por medio del correo de las brujas, ese que va más rápido que el viento, la noticia de los amores de Diluvina y Porfirio, como era de esperarse, lo alteró interiormente pero antes de tomar ligeras decisiones, lo meditó mucho, y mediante un profundo análisis, resolvió tomar las cosas con calma.
En la soledad de su alcoba en la fábrica, tras sesudo análisis llego a la conclusión que debía proceder con mucha inteligencia puesto que se trataba de cosas muy delicadas que le obligaban a actuar utilizando el cerebro y no el corazón.
Pensó: en realidad yo ya soy un viejo que he resuelto vivir los años que me quedan, lo más tranquilo que pueda, pues para eso me retiré de mi actividad de andar por ríos y mares, si he fundado esta fábrica, es buscando la tranquilidad que me merezco después de tantas horas, días y años de brega, estas canas y arrugas de la cara, deben servirme para entender que ya no soy el joven derrochador de energías que mirando de manera retrospectiva, mal gasté llevando una vida de locas aventuras.
Reflexionando así, contrató a un detective privado para que vigilara los pasos de Liduvina y Porfirio. El “sabueso” paso a paso y sigilosamente con su cámara grabó todo cuanto pudo de manera que al concluir su trabajo, le entregó al CAPITAN todo el material donde nada se le escapó como material probatorio.
YA ESTOY VACUNADO
Por Israel Díaz Rodríguez
La cita fue a las 8:20 de la mañana de este miércoles 10 de Marzo. En honor a la verdad, debo decirlo, desde el día que me comunicaron dicha cita entré en una crisis de nervios como nunca lo había expirementado a través de toda mi existencia. Buscaba la causa o causas de dicho miedo y no encontraba justificación alguna o más bien, sí, las sabía pero las callaba.
Conociendo los resultados de los vacunados en todo el mundo como lo ha destacado la prensa y otros medios de difusión que han dado a conocer noticias positivas sobre los resultados obtenidos con todas las vacunas. Por fin llegó tan esperado día y yo seguía atemorizado y ansioso.
Como la cita era para las ocho de la mañana, dormí a trechos durante toda la noche; me levanté a las 6 de la mañana y después de una limpieza corporal con paños húmedos, puesto que no me quise bañar a propósito, para bañarme al regreso ya vacunado, como así lo hice, faltando quince minutos, ya estaba en camino al lugar de mi “sacrificio” que así lo imaginaba.
LAS PANTUFLAS DEL CAPITÁN (I)
Por Israel Díaz Rodríguez
Había navegado por ríos y mares durante más de cincuenta años, era considerado un experto en esas lides de la navegación, no había lugar del río Magdalena y del mar Caribe que no conociera, por ello era reconocido dentro del gremio y muy respetado en todo el litoral.
Ya cansado de esa actividad resolvió retirarse a disfrutar de su merecida jubilación; pero antes pensó que debía ocuparse en su retiro en algo que le produjera suficientes entradas económicas para sostener los dos hogares con sus respectivos niños que tenía, después de analizar cuál sería esa actividad que le permitiría trabajar mediante poco esfuerzo y desde luego que fuera rentable.
Luego de un minucioso estudio de mercadeo, llegó a la conclusión que lo mejor era crear una fábrica de muebles; para ello compró un lote de terreno en las afueras de la ciudad y edificó su taller dotado de todas las herramientas modernas para la fabricación de un producto de la mejor calidad.
Una vez montada la fábrica, buscaba un nombre apropiado que ponerle, lo pensó - que nombre mejor que: “MUEBLES EL CAPITÁN”-; ya montada la fábrica comenzó a producir juegos completos de muebles para el hogar, creando a la vez una rifa cuyos sorteos se hacían con la lotería de Bolívar. El precio de la boleta estaba al alcance de cualquier empleado de bajos ingresos, es decir: maestros de escuelas, empleados menores de bancos y hasta taxistas asalariados.
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¡Advertencia! Si aquí menciono a los maestros de escuela y empleados menores de bancos, no es por rebajarles como trabajadores de categoría puesto que, cualquier trabajo honesto, dignifica al ser humano; además, en mi familia, hubo muchos maestros de escuela comenzando por mi padre y mi hermana mayor que a la edad de 15 años comenzó a trabajar como maestra de escuela.
JUANA ALBERTA LA NIÑA MIMADA
Por Israel Díaz Rodríguez
Juana Alberta hija del matrimonio de una pareja de humildes parroquianos del pueblo fue una niña muy mimada por sus padres y hermanos mayores, cinco varones que cuidaban mucho a su hermanita menor; a la edad de ocho años se destacaba entre las demás niñas de la escuela por su inteligencia y por su hermosa voz, formaba parte muy destacada del coro parroquial.
En general era una niña querida por todo el mundo y desde luego admirada por todos los muchachos de su edad quienes en secreto la amaban, pero ella a ninguno le prestaba atención manejándolos a todos con sutileza para que ninguno se diera por menospreciado.
Llegada a la edad de diez y ocho años, deslumbraba por su hermosura y belleza a esto se sumaba su espiritualidad despertando, como era de esperarse, la admiración de la muchachada del pueblo quienes se disputaban los honores de su amistad y pretensiones de ser el escogido como novio de la joven.
Anselmo, un muchacho hijo del telegrafista se destacaba entre todos los de su edad, por su seriedad, sus buenos modales, y comportamiento en la comunidad dentro de la cual era muy considerado; sus padres no eran personas adineradas, pues Don Joaquín, su padre vivía del sueldo que devengaba como telegrafista y su madre, la niña Tina, contribuía al sustento de la casa aportando lo que ganaba como famosa costurera.
Cuando ya Juana Alberta llegó a la edad en la cual sus padres consideraron que debía prestarle atención a alguno de sus enamorados, le inculcaron a su hija el ideal de casarse con un hombre que le ofreciera estabilidad matrimonial, criar a los hijos que Dios les diera, y desde luego que le amara, en una palabra, amor eterno para una felicidad completa.